martes, 6 de agosto de 2019

Un relato con títulos de películas

Seguramente recordás estas películas, son un poquito viejas, pero en su momento fueron lo más de lo más ! Con ellas se me ocurrió escribir una historia, pero primero te muestro la lista de los títulos.

Lo que el viento se llevó, Titanic, Jurasik Park, Mujer Bonita, El señor de los anillos, el padrino, el último tango en París, La era de hielo, Termineitor, Duro de matar, Rápido y furioso.
Y dice la historia...

Mucha agua corrió bajo el puente, agua que se llevó muchas cosas, cosas que tal vez nadie las encuentre nunca, o si... pero lo que se va en la correntada siempre es algo material. Hay cosas que se van y nadie sabe dónde. Nadie sabe si se pierden definitivamente o si quedan flotando hasta encontrar su destino. Las palabras dichas en soledad son lo que el viento se llevo a horizontes inimaginables, y las dichas en la multitud se hunden como el Titanic en el mar de gente que corre y corre y no sabe como detenerse, mientras no dejan de escribir en sus celulares, como si el aparato fuese una fuente de vida.
Sumergido entre tantas soledades compartidas, en esta cálida noche , me detengo en la gran plaza del pueblo; me siento como en un Parque Jurásiko escuchando, con especial atención, la música de mil insectos y cientos de pájaros que terminan sus charlas antes de irse a dormir, o de empezar a trabajar. Sentado en la raíz del árbol más viejo y más grande, tengo la mejor ubicación. Puedo ver la calle principal con sus luces amarillentas, la panadería cerrada que a mitad de la madrugada encenderá sus luces para preparar el pan del nuevo día. Puedo ver el bar con sus mesitas afuera y al mozo con el codo clavado en la barra del bar, esperando la hora de cierre que ya está por llegar. Veo la señora sentada junto a la ventana buscando algo en su cartera y un tipo corpulento, en la otra mesa, tirando humo con displicencia. Una mujer bonita se contonea lentamente a paso relajado por la vereda. El hombre, el señor de los anillos grandes en las dos manos, deja el cigarrillo y hace crujir sus cervicales para mirarla. No hace ningún gesto. Sólo disfruta verla pasar. Podría ser su padre, o al menos el padrino, pero no hace ni dice nada. Mira la hora mientras se puede escuchar, muy bajito, el último tango en la radio, que no es el último tango en París, es sólo el último que quiere escuchar el cuerpo cansado del dueño del boliche.
El invierno ya se fue, pero todavía sigue haciendo frío, sigo aquí sentado, quieto; en un rato me voy a sentir como en la era de hielo pero estoy tan cómodo en este lugar... Me siento fuerte como termineitor y no pienso permitir que la temperatura ambiental me moleste. Estoy tan tranquilo, disfrutando tanto este momento, esta serenidad, este instante de la vida, que será un minuto muy
duro de matar. Va a durar mucho tiempo en mi memoria, porque pocas veces me siento tan bien, particularmente en un mundo que gira Rápido y furioso, y del que, sólo por hoy, logre escapar.

lunes, 6 de mayo de 2019

Pensalo...

Apelando al sentido común, cuando nadamos, empujamos el agua hacia atrás y nos desplazamos hacia adelante. Cuando caminamos ejercemos presión en el suelo hacia atrás y así nos desplazamos hacia adelante. Si pilotamos una avioneta desplazamos el aire hacia atrás y así nos desplazamos hacia adelante. Nada puede moverse hacia adelante si nada se mueve hacia atrás al mismo tiempo. Esto lo comprueba la física. Esto responde al principio que dice: "Nada puede obtenerse sin esfuerzo".
¿Estás cansado de todo?, ¿estás harto de todo?, ¿te quisieras ir a otro planeta...? El cohete, para subir, tiene que hacer una gigantesca fuerza hacia abajo.
Algunos le dicen ley de acción y reacción; otros, tercera ley de Newton y otros lo denominan conservación del impulso adquirido. Ponele el nombre que quieras, no importa. Esto se aplica para todo.

lunes, 18 de marzo de 2019

¿El sabio...?

Muchísimas veces leo cuentos o relatos, cortos y reflexivos, que comienzan diciendo:
-"Hubo una vez un viejo sabio que pregunto a sus alumnos....."
y siempre me llama la atención que se refieren a un "viejo" y no a una "vieja", y cuando no se utiliza éste término, se da a entender que es un anciano, siempre es hombre.
Lo primero que se me ocurre pensar es por qué el sólo hecho de ser una persona muy mayor,  la convierte necesariamente en un ¡iluminado ! ¿En un sabio? Entonces digo, sostengo, afirmo e insisto con que para ser un viejo sabio, primero hay que ser sabio. Conocí a muchos ancianos en mi vida que estaban, y siguen estando, a años luz de la sabiduría y el conocimiento. Muchos de ellos, yo los pondría en la categoría de... bueno, no pretendo ser ofensivo; pero conocidos o no, algunos están a la altura de un simio de mal carácter.
Para ser un viejo sabio, primero hay que ser sabio.
Pero también hay otra cosa que me llama la atención, nunca se habla de una mujer sabia que le dice tal o cual cosa a sus alumnos. Aplico el mismo proverbio, los años no siempre nos dan sabiduría. Para el estudioso, el curioso, el reflexivo, el que razona y piensa antes de hablar, para el que busca respuestas y soluciones; lo que esta más a mano es la información adquirida, masticada y digerida, que lo pone en una situación de tener más y mejores conclusiones sobre determinados problemas; pero no implica que tenga toda la razón.
El razonamiento y la empatía pueden ayudar a dar mejores consejos o a enseñar nuevas, buenas y mejores cosas de la vida; pero no implica sabiduría. No. Lo que aprendí en mi juventud, hoy, posiblemente, no sería aplicable.
Me gustaría leer alguna historia que comience diciendo:
-Hubo una vez una anciana sabia, que le pregunto a sus alumnos..... - Eso me indicaría que hay una puerta abierta a una visión más respetable del conocimiento y poder femenino. Aún así, la suma de años vividos es señal de un acopio de experiencias, que en determinadas situaciones, pueden ser útiles a una nueva generación, pero en algunas ocasiones.
Yo estoy entrando a la vejez, pero de sabiduría... me parece que todavía no tengo nada, ahora, si querés que te cuente mis anécdotas de una época lejana y muy distinta a la actual, te cuento por docenas, pero el mundo es otro, muy distinto al mundo de mi juventud. Mis enfoques ya no están acordes a la realidad del siglo XXI, por más que le ponga buena voluntad, porque existen cosas que hace cuarenta años no existían, hay hábitos que no existían, costumbres y actitudes que hace cuatro o cinco décadas no existían... mi mente se tiene que adaptar al día de hoy, a esta nueva época tan colmada de tecnología; como resultado de conversar con los jóvenes de hoy, termino aprendiendo mucho más de lo que podía pensar. Para aprender, es indispensable tener una mente abierta, dispuesto a ver las cosas con otro punto de vista y aceptar que se pueden cambiar y ser buenas, pero de una manera distinta a mi pensamiento o enfoque. Esto nos daría la posibilidad de ser más objetivos. No siempre sabemos mirar lo que nos rodea desde un panorama distinto al que se nos inculcó.
Tengo la idea de escribir algo, todavía no estoy seguro sobre qué, pero de ninguna manera descartaría el pensamiento y la inteligencia femenina, y comenzaré diciéndote que:
-Hace mucho tiempo, una persona muy reflexiva, le pregunto a sus amigos...- 

Por que se grita.

Un día, un anciano preguntó a sus alumnos lo siguiente:
¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?
El alumnado lo pensó unos minutos...
-Porque perdemos la calma - dijo uno - por eso gritamos.
-Pero ¿Por qué gritar cuando la otra persona esta a tu lado? -preguntó el sabio - ¿No es posible hablarle en voz baja?. ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?-
Los integrantes del grupo dieron algunas otras respuestas, pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.
Finalmente él explico:
-Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar para poder escucharse. Mientras más enojados están, más fuerte tendrán que elevar la voz para escucharse uno a otro a través de la distancia.
Luego el maestro preguntó:
-¿Que sucede cuando dos personas se enamoran?- y él mismo respondió:
-ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, ¿Por qué?, porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña - continuó diciendo el maestro
-Cuando se enamoran más aún ¿qué sucede?, ¡no hablan !, sólo susurran y se están aún más cerca de su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuan cerca están dos personas cuando se aman-.
Cuando discutan, no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más; llegará un día en que la distancia será tanta que no encontrarán más el camino de regreso.

martes, 5 de marzo de 2019

Cosas de oficina

Trabaje muchos años en algunas grandes empresas, más de treinta años en cuatro compañías, para ser mas preciso. Todas de nivel nacional o internacional y siempre en centros de cómputos. Esto me permitió tener muchos compañeros, que sólo en muy pocas ocasiones se transformaron en amigos,  obviamente cada uno tenía sus características, y éstas, siempre derivaban en un sobrenombre. En todas las oficinas se ponen sobrenombres.
Recordando mi primer empleo, la escala de responsabilidades era: gerente, sub-gerente, jefe de operaciones y jefe de turno. En cada turno eramos siete personas con distinto nivel de tareas. El jefe, un responsable de turno, que reemplazaba a su superior en determinadas ocaciones, pero su sueldo era la mitad; tres empleados muy experimentados, un novato y un auxiliar.
Al gerente le decíamos "bioquímico", porque vivía analizando las cagadas de los demás, nunca una felicitación. Un empleado felicitado o al que se le reconociera su labor, podía implicar que en algún momento pidiera un ascenso o un aumento de sueldo, y eso no es conveniente para la empresa. Siempre parecía que su función era solamente estar en reuniones; todos los días y a cualquier hora. Por lo general, nadie lo veía entrar a la mañana ni salir al finalizar el día laboral. Se parecía a un conejo negro porque no lo hace trabajar ni un mago.
Eduardo era el sub  gerente. Conocido como "bisagra", si no estaba en la ventana estaba en la puerta. Llegamos a la conclusión que su función era nada más que pedir los informes diarios a sus subordinados y entregarlos, en una reunión con desayuno incluido, a su jefe. Jamás solucionaba un problema porque era un cabeza de clavo, no tenía ni un poco de seso. Sí, sabíamos, era muy hábil para exigir y amenazar al personal para que solucionaran lo que fuera. Curiosamente tenía un asistente, conocido como "bolsillo de atrás" porque no servía ni para rascarse las bolas, pero... era el sobrino de su esposa. Cualquier comentario adicional esta de más. Y su secretaria, ¡ah! ella era muy bonita, un físico impactante, muy bien trabajado, era una dulzura con su jefe, pero a los demás nos trataba con total desprecio. La conocíamos como "cucharada de moco", ya que lo tragaba nadie.
Nuestro jefe directo era un tipo que jamás entendió por qué le dieron la jefatura; no quería, no le interesaba, no le gustaba, no sabía nada. Cuando surgía algún problema se ponía rojo como un tomate. Le decíamos "balde de plástico", se raja cuando uno más lo necesita. A alguna parte se tenía que ir en el peor momento. Era bueno, pero cuando todo era un caos y los sistemas no funcionaban, él era como el escombro: donde esta molesta.
A uno del grupo le decíamos "dragón", cada vez que habría la boca quemaba a alguien. Era el trepador, caradura, charlatán y con pocos escrúpulos, pero con un padrino tan poderoso como desconocido, a veces funcionaba como laxante porque hacía cagar a cualquiera.
No eran todos malos, había gente muy buena, pero no por eso se salvarían de un apodo. Roberto, de otra oficina, era como un mono de circo, siempre dispuesto a trepar y figurar; versero, comprador, simpático, quería quedar bien con todos, pero no hacía nada con una mala intensión manifiesta, no era como el pan de ayer, que no lo quiere nadie. A otro compañero, bonachón e ingenuo, e decíamos "media" porque habría la boca para meter la pata. Lo queríamos mucho, pero a veces hablaba de más.
A otro le decíamos "papa verde" porque no servía ni para ñoqui.
Mas allá de lo grotesco del lenguaje (en la TV se escuchan cosas peores), nadie escapa de un apodo y todos convivíamos varias horas diarias sin mayores inconvenientes.
Así como había ingenuos, buenos, sin ninguna maldad, había otros que no merecían mucha confianza. Por otro sector había uno muy vivo, muy rápido para responder, muy inteligente, muy hábil, al que le decíamos "sorete cuadrado" porque no lo cagaba nadie, siempre encontraba la forma de safar de cualquier problema. Tampoco olvido a "toallón de baño", el que te envuelve, te seca y te deja en bolas, al menor descuido o exceso en creerle. Estaba el piola de "san cayetano", te acercas y te da trabajo, porque él estaba ocupado con otra cosa que era urgente... Como olvidar al chofer, otro de los buenos tipos, pero que parecía una bujía de madera, ya que no tenía chispa para nada; le decíamos "seco de vientre" porque se sienta y no hace nada. En ocasiones, durante sus nueve horas de trabajo no se lo necesitaba para trasladar nada ni a nadie; era otro de los muy apreciados, siempre atento, servicial y con buena onda.
Todo tipo de gente. Todos muy distintos y cada uno con su problemática. Lo cierto es que con errores y aciertos, con buena o mala onda, el día de trabajo terminaba con todo funcionando perfectamente.
Parte de la convivencia es juntar todo, mezclarlo, filtrarlo y tratar de llevarlo de la mejor manera posible, Sin en medio del caos había algo que nos hiciera reír, mejor.
¿Cómo me decían a mi...? No lo sé, no lo recuerdo... habrá que esperar que alguno de mis ex compañeros escriba sus memorias sobre cosas de oficina.
                                                                                                               R.C. 2019

Gato

Gato llego a casa hace un par de años, o un poco más. Por el aspecto, era cachorrito, o como se diga; era chiquito. De gatos no sé nada y me interesa poco. Estoy grande para ocuparme de mascotas, dan mucho trabajo y no tengo paciencia para atenderlos, al menos de la manera que necesitan. Dicen que los gatos son muy independientes; si me voy tres o cuatro días, él se arregla de alguna manera, pero un perro no. Al perro me lo tengo que llevar o se lo tengo que dejar a alguien, metiendo en un problema a quien se  lo pida. El felino no da bola a nada, come y duerme; en cambio el perro juega, es divertido... pero uno u otro son un trastorno para mi. No quiero mascotas. Aún así, un día apareció "Gato", no le puse nombre. Todas las mañanas, las tardes y las noches, se plantaba frente a la puerta del patio y empezaba a maullar, y no paraba. Al sexto día, me asome y le dije: - ¡Toma, come esto y no molestes...! Creí que era una solución, pero... no se fue más.
Con el tiempo nos fuimos "amigando", yo sigo muy reacio, pero por lo menos no lo tengo que soportar haciendo ruidos en el medio del patio. Ahora se sienta delante de la puerta mosquitera, lo suficientemente cerca como para no poder abrirla sin empujarlo, y mira, y mira, y duerme, y duerme y mira... hasta que otra vez le pongo algo para comer, entonces sí, se va. Desaparece por unas pocas horas y vuelve a empezar la historieta.
Gato es persistente con su actitud pero me molesta que, a veces, le doy lo que quedo de mi almuerzo o cena y lo devora, y otras, ni lo prueba. Me hace perder tiempo y no le voy a comprar alimento en bolsa. Yo no quiero mascotas. Que buscarle un plato, que llevarle el alimento y volver a empezar.
Cuando estoy harto de Gato, y ya se me acaba la paciencia, me parece que lo presiente; se me acerca, roza su cabeza en  mi pantalón, haciéndose el bueno y amable. Come lo que le doy y estira su cabeza como para que lo acaricie, cosa que me niego a hacer, pero no lo rechazo, que entienda eso al menos. Sin embargo al día siguiente, me acerco y se aleja, le acerco la comida y el agua, y se queda agazapado como temeroso y listo para salir corriendo. No lo entiendo. Gato, en ocasiones, es casi inaguantable.
Gris oscuro, no mucho, con rayas negras a lo largo del lomo y la cola; un pelo corto como un gato cualquiera... es un gato absolutamente común, pero debe creer que es de una raza especial. Su bipolaridad me cansa.
El tiempo pasa, pero nunca entra en mi casa. Eso no. Bueno, alguna vez lo deje. Fue trotando por el pasillo, encontró una silla, se subió y se la apoderó. Muy a mi pesar, cada una de las pocas veces que lo deje entrar, hizo lo mismo. Creí en algún momento que esa sería su rutina, pero a veces se negaba a entrar y si no le ponía un alimento balanceado ¡no comía ! No le volví a comprar. Algunas veces lo notaba gordo y de andar pesado, y otras, estaba flaco y de un humor distinto. Si, Gato es bipolar. Casi tres años de esta relación molesta lo único que se modifico fue mi paciencia, que aumento y no sé por qué. Lo que tengo claro es que su actitud cambiante me harta, me cansa, me irrita. gato es un gato insoportable.
Una tarde lo vi muy flaco. Yo tenía que ir a comprar al mercado y pensé que sería un buen gesto comprarle una lata de atún. Seguramente le gustaría. Como no estaba en el patio, empecé a hacer ruido con su plato y le puse el contenido de la lata. De inmediato entre. Un par de minutos después escuché una pelea casi furiosa. Fui rápidamente, pensé que se habría metido algún perro... algo sucedía. Al abrir la puerta veo dos gatos. Iguales. Luchando por el atún, los separe de inmediato. Calmados los ánimos, uno se me acerco y paso su cabeza por mi pantalón, gordito y tranquilo, y el otro, flaco, como desconfiando de mi, se quedó agachado, casi dispuesto a salir corriendo, pero lentamente camino hasta la puerta y ahí se quedo sentado.
                                                                                                     R.C. 2019

lunes, 4 de febrero de 2019

La moda de las palabras.

Me encanta mi idioma, me fascina. Soy defensor a ultranza del castellano-argento; será por eso que me resulta absolutamente odioso (de manera repulsiva), que se incorporen a nuestro lenguaje cotidiano, palabras o frases del ingles del norte.
Muchos hablan de nacionalismo, de la argentinidad al palo y bla bla bla; pero después, como si fuera lo que corresponde, lo más natural, surgen términos mágicos como: fake news, breaking news, fast food, veni que nos sacamos una selfie, vamos a un after office y que la comunity manager, el childfree y el sale off o el cyber monday y, por supuesto, no es lo mismo estar en el top five que entre los mejores cinco... top five suena mas importante. 

No hace falta que siga con la lista; esta claro, que para muchos comunicadores, y para muchos que no lo son, les parece mas impactante, relevante, destacado decirlo en inglés. Sin embargo, yo amante de nuestra lengua caste-argenta, entiendo cómo nuestras palabras se van modificando, se actualizan, cambia su sentido y muchas veces pasan de moda, pero sigo sin aceptar, por ninguna causa, razón, motivo o circunstancia, cambiarlas por otras extranjeras. No las necesitamos.
Haciendo un poco de memoria (como un juego iniciado por Adriana, mi esposa), viajando a los recuerdos de nuestra infancia, me permito traer a este blog, de las décadas del cincuenta al setenta (poco mas o menos), palabras y frases comunes; que escuchábamos o decíamos cotidianamente.
Morondanga:  Una porción chica de cualquier cosa era "porción de morondanga", se aplicaba para varias cosas por cierto.
Petitero: El tipo elegante, que siempre estaba bien vestido, no recuerdo  que se dijera petitera...
Churra/o:  La mujer u hombre muy, pero muy lindos, atractivos. Hoy podría decir "atractives".
Malandra: era el malo, de mal vivir. Prepotente, violento.
Pendenciero, muy cercano al malandra, era el que siempre buscaba pelea porque quería encontrar un motivo para pelear, en tanto que, el buscarroña, era el que gustaba generar discusiones o peleas.
Descarriado era quien desvió su buen camino y educación, por un sendero oscuro, sin proyectos; que se dedico a la joda (¿dije "joda"?, uuh que mal...), o al vivir de una manera no muy honesta.
Sopapo: con lo que nos amenazaban cuando hacíamos algo "malo", era el "cachetazo" tan temido, la mano de plano sobre la mejilla.
Coscorrón, en cambio, era un poco menos doloroso, y consistía en golpear con los nudillos, leve y repetidamente, sobre la cabeza.
Chambón, el que se equivocaba siempre, o tenía esa fama de equivocador serial. Era despectivo.
Chavón, aunque suena parecido, (se transformó en "tipo") era el que se incorporaba a un grupo, o pretendía hacerlo pero la mayoría no lo conocía.
Chantapufi, siempre mentía o exageraba, se hacia el "agrandado" y ya nadie le creía.
Paparulo representaba al tonto inocentón (¡este es un paparulo...!).
Pipón se decía cuando uno estaba totalmente satisfecho después de comer, o comió de más (estoy pipón pipón!)
Pebete o pebeta se le decía a la persona muy jovencita o a pre-adolescentes.
Langa era el "galán". El seductor que hacía de si mismo un personaje (como los actores de cine) No se aplicaba a las mujeres.
Diva (que todavía se usa, pero en mujeres muy mayores), era la mujer sensual, voluptuosa. Imagen y actitud de actriz de cine.
Tarambana se refería al torpe, al que no hacía nada bien.
Macana: hacer algo mal, sin mala intención, podía ser por torpeza. "Se mando una macana, que mejor ni te cuento..."(con el tiempo "macana" se llamó el "palito de abollar ideas").
Perejil existía como condimento, pero también se le decía al que culpaban de algo, sin que tuviera nada que ver.
Gil, es probable que derive de perejil, y era al que se engañaba fácilmente.
Hay miles de palabras propias de esa época que ya no se utilizan. El chinchudo que se enojaba por cualquier cosa, el sisañero que disfrutaba de hacer comentarios para que otros discutan, y el tronco, que era malo para cualquier deporte; un jetón no se daba cuenta de que lo engañaron, por despistado y que, despierto, era el que reaccionaba rápido y de manera inteligente; no como el pánfilo, un lento para reaccionar ante cualquier circunstancia. Yo era el querubín de la familia, o sea, el hijo menor.  En todo barrio había un energúmeno (bruto y torpe), o un chiflado que hacía cosas sin pensar en las consecuencias, (sigue muy recordado el trío de la tele) pero no faltaba el piola que siempre quería sacar ventada de lo que fuera, de cualquier manera. Todos teníamos un amigo o conocido muy atolondrado (que se presumía era poco inteligente), y la mayoría se divertía cuando se armaba un despiporre, o sea una reunión que se salía de control en la que, el ruido y la bebida se escapaban  raudamente de la paz, la armonía y las buenas costumbres ! Un tentenpié es ahora una colación y los viajes en grupos a una laguna, para pasar el día, se hacían en ¡la bañadera !, claro que ahora se los conoce como los colectivos escolares (eran mas o menos parecidos...), manejada, según nuestra visión de pibes de esa época, por un esperpento, o sea un tipo feo, desprolijo y con aspecto sucio (que era peor que estar desalineado (mal aspecto, pero no demasiado); que al finalizar el día quedaba como un trapo de piso, si, así de cansado (era una visión de los pibes, los choferes eran buenos, agradables y tenían que aguantar un viaje de horas con un montón de gente haciendo "bochinche"). Enganchado con lo de las excursiones, todos comíamos como angurrientos (desesperados), pero si el chofer nos gritaba, nos quedábamos panchos, o sea tranquilos; sobre todo si ponía su dedo indice bajo el ojo y nos decía ¡Guay eeh, guay! Esa si que era una amenaza. Había que tener cuidado porque algunos reaccionaban como leche hervida, es decir, al menor descuido se desbordaban.
Si alguien nos decía "te voy a hacer un buraco así...", mejor temerle, por las dudas porque era una advertencia de que nos cagaría (¿dije cagaría...? Uhhh mal, muy mal. Se me escapó).
Atorrante era el que vivía sin trabajar, en la calle; en realidad esa palabra se hizo popular por las personas que, por estar en la miseria y no tener donde vivir, se quedaban dentro de los caños que utilizaba la empresa Torrant s.a. para realizar grandes obras de construcción. Asociados a éstos, estaban los cabecita negra, según el pensamiento de aquellos años, eran los que vivían de changa, tenían mal aspecto y a los que se adjudicaba una discapacidad de generar un pensamiento inteligente. Si. Había muchas palabras muy hirientes. Clasistas más que racistas.
Una masa de cualquier cosa, amorfa y de aspecto asqueroso, era una plasteca.
Y en este revuelto de palabras, no faltan el cafishio y el pituco. El primero vivía de las mujeres y el segundo, siempre elegante, se preocupaba mucho, mucho de su aspecto. Estos estaban lejos de los cachirulos, las personas de espíritu inocente que, de alguna manera, nos alegraba el día; pero nos preocupaba el guarda. Este era el que picaba los boletos (rectángulo de cartón), durante el viaje en tren. Al aviso de su presencia: ¡guarda! los que no pagaron el pasaje se escapaban hasta el último vagón. Quedó así grabado en el inconsciente que , al escuchar ¡guarda!, era por la presencia de algo supuestamente peligroso. Si alguien terminaba desplumado, era por que lo estafaron y no le dejaron nada.
No sólo teníamos estas palabras para martillarnos la cabeza. Había frases, muy usuales, de las que por lo general, había que tener cuidado. Era preferible no escucharlas...
Se decía, y con cierto desprecio, muerto de hambre, al que no tenía plata ni empleo, y cabeza hueca, la persona que actuaba sin pensar, o simplemente no mostraba indicios de haber pensado en algo. Ser caradura o cara rota, implicaba que alguien decía lo que pensaba, tal como lo pensaba, sin filtro; y no le  preocupaba que fuese elogioso o insultante. También si hacía algo sin pedir permiso.
Si de alguna manera una persona nos molestaba, tomate el olivo, era la forma de invitarlo a que se fuera (cuánto mas lejos mejor). Sos un caso de escopetaun tiro al aire, era la descripción de quien estaba descarriado y no tenía signos de recuperación; por eso también se solía decir: quien mal anda, mal acaba. pero en ocasiones el problema era la gente con las que se reunía el descarriado; entonces dime con quien andas y te diré quién eres... porque en definitiva, siempre hay un surcido para un descocido.
Al que acompañaba y no sabía hacer nada, se le decía vos sos un clavo ! pero si  hacía algo, y bien, era de puro traste. Las mujeres ¡no se indisponían ! está con la regla; y tampoco pasaban por la menopausia; esta con los calores ! era lo que se decía (de paso se les indicaba que no se lavaran la cabeza porque se "cortaba"). Si, estoy hablando de las décadas  del cuarenta al setenta.....
No se un soto, era la respuesta apropiada cuando se nos preguntaba por algo de lo que no teníamos ni idea. Claro esta, al papá o mamá, nunca ! Nos podían meter un sopapo. Esta era respuesta entre amigos. Claro que no saber responder y que no nos importe, implicaba un me importa un coño (o comino), hoy se dice carajo (uuh, ¿dije carajo? que bolú ! Fue sin querer).
Cuando el padre se enteraba que el "nene" tenía una noviecita, guiñaba el ojo y decía "tiene un filito", pero si la nena tenía un candidatito a noviecito, la amenaza caía como un rayo; ¡si me entero que tenés un filito te meto en un convento hasta que tengas cuarenta años ! Todavía existen estos especímenes patéticos. pero eso es otro tema.
Las parejas, siempre en lugares "recatados" franeleaban en la penumbra. Los pantalones eran de franela. Se entiende. Las parejas chapaban.
Pedirle al padre o a la madre (lo común era que los "permisos" los otorgara el padre...), algo más de lo habitual, era prender una mecha; vos querés la chancha, los veinte y la maquina de hacer chorizo...

Me superan mucho estas frases, eran muy profundas, de altísimo contenido intelectual. Pero eran así.

Quien se quisiera burlar de otro, le hacía pito catalán (si, escribí pito catalán...). Pulgar en la punta de la nariz y cuatro dedos flameando hacia arriba. Si, era una forma de burlarse, lo juro; y el perdedor, si había un perdedor de cualquier cosa, se enojaba mucho, pero mucho.
En hogares donde el sueldo era escaso y fin de mes siempre estaba muy lejano,  había que administrar los alimentos de la mejor manera posible, y si alguien decía: ¿esto hay para comer?, no me gusta !
la respuesta era: -¿Que te crees, que es la fonda El Pinchazo? Se referían a alguna fonda imaginaria en que cada uno se sirve lo que gusta. -¡Come lo que hay o no comas!. Seguramente vendría de un personaje humorístico, pero otra frase relacionada era: ¡comes como Pochita Morfoni! (mucho y rápido), y lo contrario era ¡comes como un pajarito ! Recordando esto, relacionado a lo que se comía en cantidad... cuando algo nos causaba mucha gracia, decíamos: ¡que plato!

Algunas de estas palabras o frases, hoy son risueñas, causan gracia (poca, mucha o ninguna); pero eran una forma de educarnos, de enseñarnos, de marcar límites, de establecer autoridad.
Era una época sin internet, en la que llamarnos por teléfono era "pegarnos un tubazo". Cartas escritas a mano, compartir una mesa sin celulares, reuniones sin celulares, divertirse sin celulares, conversar cara a cara prestando atención a lo que se escucha, y no al rington (¿no se podría decir timbre?, ¿o suena berreta decirlo así?).
Era otro mundo. Ese, ya cambió. El mundo es otro, nosotros somos otros.
De ninguna manera, jamás, voy a afirmar, sugerir ni pensar que el tiempo pasado fue mejor. Pero si sigo convencido que, lo mínimo que podemos hacer, es cuidar nuestro idioma. Es una lengua viva, es una pavada aclarar esto, pero actualicemos nuestro castellano argento sin términos importados.
No quiero una hamburguesa Big, ni Snacks, ni aprovechar el Sale Off, ni me gusta el Merchandaising de lo que sea, ni el Bus, ni la community,  ¡ hablame en castellano, en argentino, en argento !.
Me da mucho asco el concepto V.I.P. very important persons (creo que es así), no solo por lo que se expresa por escrito, sino por lo que que dicta, sugiere e implica.
Me resultan muy repulsivos, algunos argentinos "famosos de la tele", que en alguna entrevista se quedan mirando al cielo, pensando en como expresar una idea y dicen: "Haber... no se cómo se diría en castellano..." Asco, me dan.

Hice un poquito de catarsis; no me preocupa, y si en algún momento me fuí al joraca, ¡tampoco !