lunes, 2 de octubre de 2017

Otra leyenda (con moraleja)

Cuenta una antigua leyenda que en la edad media, un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad el verdadero autor del crimen era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un chico expiatorio para encubrir al culpable.
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas chances de escapar del terrible veredicto... ¡a la horca!.
El juez, complotado, cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado:
"Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del sel señor, vamos a dejar en manos de El tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tú escogerás y sera la mano de Dios la que decida tu destino".
Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda "Culpable" y la pobre víctima aún sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.
El acusado respiro profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo tragó rápidamente.
Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente ¿Qué hizo?, ¿y ahora...?, ¿cómo vamos a saber el veredicto?
-"Es muy sencillo"- respondió el hombre- "es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué".
Con rezongos y bronca mal desimulada, debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

Moraleja: "Sea creativo. Cuando todo parezca perdido, use la imaginación"

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