sábado, 13 de mayo de 2017

Una carrera desquiciada

El barrio donde vivía está compuesto por varias manzanas dispuestas en torno a una plaza central con forma circular. La plaza era tan pequeña que cuando iba a caminar a su alrededor, con sólo dar unos pocos pasos ya completaba la vuelta a la misma y me pasaba a mí mismo.
Como fui educado para la auto superación y la competitividad, me volví muy exigente conmigo,   así que al verme pasar a mi lado comencé a apurarme de tal modo que inmediatamente me puse a la par y volví a pasarme. Por supuesto que aceleré mis pasos y como consecuencia, volví a superarme.
Harto de verme sobrepasado por mí mismo, a pesar de los infructuosos esfuerzos por no dejarme vencer, me detuve exhausto. Cuánto más me apuraba, más rápido veía mi espalda frente a mí. No sabía si esto era un éxito o un fracaso. ¿Estaba ganando o perdiendo esta carrera desquiciada?
Frustrado por la dificultad que encontraba para vencerme, abandoné el barrio y me mudé a otro con una plaza enorme. Ahora estoy corriendo alrededor de ella y aunque lo hago con toda la energía  que dan mis piernas, no logro ni siquiera verme en el horizonte. Ya nunca me alcanzo. Para mi tranquilidad y consuelo, al mirar atrás, tampoco me veo seguir mis propios pasos.
He decidido ahora, caminar tranquilamente. Pero, por las dudas, cada tanto, me doy vuelta, si me veo venir, comenzaré a correr otra vez.

                                                                                   Rubén Chamorro ‘16

No hay comentarios:

Publicar un comentario