miércoles, 18 de mayo de 2016

Piedra rota

Parte una estrella rota.
El infinito prepara sus brazos para atraparla
y el Hombre, prisionero, no puede más que mirar
y tratar de comprender.
Pobre Hombre, con sus pies encadenados
al adoquín milenario de la vieja calle.
El espacio se contorsiona, se despereza,
y no podemos ser más que testigos,
minúsculos testigos de todo y de la nada
porque no somos capaces más que de comer
la carne nuestra propia ignorancia
y beber la sangre de nuestra idiotez extrema.
Cae la tierra cósmica sobre nuestros ojos ciegos
y gesticulamos bailes perversos
al son de clarines que nos ensordecen,
agobiantes clarines hechos de huesos
de sabios no tan sabios.
En la mente cuelgan ideas de éxtasis,
mientras que los genios no tan genios,
que sólo son menos ignorantes que los ignorantes,
tratan de inventar la justificación
de una piedra rota, que vaga,
perdida entre la nada y más allá de la nada
recorriendo el todo,
con la insensata creencia paranoica
de llegar a saber, quién,
en la inmensidad del universo
arrojó la primera piedra.

                                                  R.Chamo

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