Programas de Radio sentidos unidos en un monólogo
El último aplauso
Que sabes de amor
Variete de sensaciones
Planeta tango
El cazador…
El reloj de arena
A contramano
Tragáme tierra
El punto de fuga
Con pecado concebidas
Pasalo a nafta
La butaca
Dialogando
Pent – Las redes del esquimal (tecnología)
Vale todo
IMC – Información médica caliente (Obesidad)
Conocer un poco más
Revuelta de amor
Nuevo equipo
Historias y canciones del 3er planeta
El artista
Laten bolas
Universeros
Odisea de radio
DUIT (Decisión, Unión, Iniciativa y Trabajo)
DUIT (Decisión, Unión, Iniciativa y Trabajo)
Te doy mi voz
Desde la fila 3
La naranja Mecánica
Todos los gatos caen de pie
Desde la fila 3
La naranja Mecánica
Todos los gatos caen de pie
SENTIDOS
Rubén Chamorro: “El cazador de historias”
Soy El cazador de historias. Recorro mi pequeño mundo, muchas veces A contramano, con la pretensión de quedarme hasta escuchar El último aplauso de esta obra de teatro magistral que, inocentemente, llamamos vida. Lo camino a veces lento, otras corriendo y otras, tropezando o a los empujones; pero como sea que lo transite, intento no mirarlo pasar como si me hubiera sentado junto a la ventanilla del tren. Vivo esta vida transitoria sintiendo sobre la cabeza, El reloj de arena, que a pesar de su silencio, no me dejará olvidar que soy un punto en una recta invisible. Soy electricidad, corriente, energía en un envase con fecha de vencimiento. Desde hace años sé que, en el ir y venir cotidiano, sin pretenderlo, de manera casi inconsciente, estoy buscando El punto de fuga en el que termina o empieza mi aprendizaje; lo que no sé, es si ese punto es el de mi origen, el de mi final o si los dos son la misma cosa.
El trayecto parece largo, pero no lo es. Definitivamente no lo es. Voy conociendo gente que de buena o mala manera me enseñan algo que necesito saber; y no me intereso en saber sobre lo
malo, (con sufrirlo y entenderlo me es suficiente), prefiero saber sobre lo bueno. En este mundo en el que todos intentan seducir a todos, parece que la pregunta menos frecuente y más necesaria, a veces sutil o escondida, es ¿Qué sabes de amor?, y hago una inversión con mi tiempo pensando primero ¿en qué tipo de amor piensan más las personas Con pecado concebidas?; en el de padres, el de hermanos, el de hijos, el del barrio o en el más complicado de sostener que es el de pareja?. Me pregunto cada tanto si las personas se detienen a hacerse preguntas sobre sí mismas, (y si se atreven a responder…), o si prefieren huir del silencio provocador de pensamientos, para diluirse en el volumen alto de su equipo de audio.
Muchas veces dije: Trágame tierra, cuando todas mis respuestas eran indicadoras de que me aferraba más al origen de una herida, que a ser simplemente un portador de cicatrices (la mayoría de las cuales no se ven). Las marcas son sólo eso, un recordatorio de algo que ya pasó y nos dejo una experiencia; el tatuaje, visible o no, de un castigo recibido o un amor perdido. Todos estamos marcados y todos nos lamemos las heridas hasta que, en algún momento, dejamos de hacerlo.
Ciudad de amores, tierra de amores; un mundo de pasiones… a cada paso la vida nos enamora, si es que la miramos; en cada esquina las miradas se cruzan y seducen. En cada barrio se chamuya, se versea, se ríe, se llora; se grita y susurra, se canta y se baila, en cada esquina la sensualidad brota en cada paso creando una Variete de sensaciones que no queremos abandonar. Sensualidad que se dispara desde una calle cualquiera hasta que en la ciudad se hizo tango y, por sí sola, se hace una ciudad tango, un Planeta tango que no deja de murmurar:
“A tu espíritu ponéle más pilas o Pasálo a nafta pero, como sea, viví con ganas!”.
Soy un cazador que, casi infructuosamente, mira, escucha y descubre que todos tenemos historias que nos enlazan con otros; que cada uno tiene la suya, y que cada una que escuchamos, se merece el mayor de los respetos; pero, muchas veces, hay palabras que no son escuchadas, aunque fueron dichas con la mejor de las intenciones. A veces las puedo imaginar, casi diría que las puedo sentir. Me siento cómodo en La butaca del auto, medio perdido entre las montañas y quiero creer que están ahí, flotando. Laten bolas mágicas, que como pompas de jabón, al tocarlas, explotan y esas palabras perdidas se liberan, quedan a disposición de aquel que necesitaba escucharlas, si es que uno está dispuesto a escucharlas… me quedo Dialogando con seres lejanos - ¿quién no habla sólo en algún momento?- en una charla loca en la que Vale todo, porque todo sirve. Lo bueno o lo malo. Es cuestión de abrir la mente para Conocer un poco más, de todo y de todos y transformarse en El artista que sube a un escenario y se pone el traje de la piel de otro, para que cada uno intente captar el mensaje profundo del sentimiento ajeno; aunque nunca es fácil escaparse de Las redes del esquimal que nos atrapa bajo el agua helada y nos obliga a pensar en nada más que uno mismo, tratando desesperadamente de dar una bocanada más de aire. Es ese instante en que nos damos cuenta de que no somos más que una molécula, apenas somos seres Universeros que creen en la posibilidad de escuchar algún día las Historias y canciones del tercer planeta al que, posiblemente, jamás llegaremos, pero sin dejar de pensar que somos dueños de todo. Tal vez, la desesperada toma de aire, en el último segundo de la conciencia, nos permita abrir algo más que los ojos, abrir la mente; y entonces sí, estar
dispuestos a formar un Nuevo equipo, escaparnos de la red para mezclarnos en una Revuelta de
amor, por el todo, más que por las partes. El último segundo de conciencia… el instante en que algo o alguien nos dará Información médica caliente, que nos dirá sobre la importancia de la paz interior. Quizás ese sea el momento en el que desearemos hacer estallar las burbujas de las palabras perdidas, con el deseo de que no sea tarde.
Lo nuestro es una odisea de radio y en ese viaje por el éter, con decisión, unión, iniciativa y trabajo, mucho más de lo que cualquiera pueda imaginar, le decimos al oyente: Te doy mi voz, y damos mucho más que eso. Desde la fila tres de un teatro con millones de actores, nos hacemos parte de las historias cotidianas y masticamos la naranja mecánica de una realidad, que muchas veces nos abruma, pero que a pesar de lo dura que resulte, deseamos exprimirla hasta que salga la última gota. Todos los gatos caen de pie siempre, pero nosotros somos humanos y tal vez por eso, muchas veces tenemos que hacer un gran esfuerzo para despegar las rodillas del piso. Siempre se puede.
Soy el cazador de historias que, cada día, me visto con las pieles de otros para contarles, lo mucho o poco que aprendí, y que comparto con todos, con todos los Sentidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario