Este relato
surgió como una improvisación, en vivo,
en mi programa de radio: “El cazador de historias” con una lista de
palabras que me envió una oyente y que eran las siguientes:
"Mar, teléfono,
vida, sol, luna, nubes, arena, estrellas, calor, frío".
Recorrí varios cientos de kilómetros
para verlo. Ahí está. Con la inmensidad que los caracteriza. Dos paisajes que me conmueven; lejos a mi
derecha, la altura de las montañas, un poco más cerca a mi izquierda, el
océano. No sé por qué; dos paisajes tan diferentes y me emocionan por igual.
Pero en esta ocasión, el mar es lo que estaba necesitando. Caminar
por la playa, a pesar del frio invernal,
levantar algunas piedras de pulido perfecto; creer que tal vez, el agua arroje a mi paso un gigantesco caracol,
digno de la envidia de todos los vendedores de recuerdos… necesitaba ver el
horizonte. Me ayuda a abrir la mente. Lejos del teléfono, de la locura
cotidiana, de la tecnología que me atraviesa todo el tiempo con sus invisibles
señales… preciso pensar, en silencio, como
encontrar la manera de disfrutar de esta vida.
Allá, a diez kilómetros puedo distinguir un barco, puede que sea un
pesquero; quinientos metros más, podría estar navegando el carguero más grande
del mundo y ya no lo vería.
Caminar y caminar desde el momento más alto del sol hasta el más
alto de la luna. Esperar que
las nubes no me tapen uno ni la otra;
dejar huellas bien marcadas en la arena mojada, y en la
seca, y pasar horas después para buscarlas… por aquí pasé yo, diría con un
gesto payasesco. Trataría de ir en el camino opuesto a las luces. Las estrellas se ven mucho
más. Pareciera que el cielo es otro, pero es el mismo que tengo encima todos
los días. Algo diferente tengo que hacer para verlo distinto, porque lo
verdaderamente nuevo, nunca esta allá, en alguna parte; está acá, en mi
universo interno.
Horas
de caminata silenciosa para llegar al punto
más lejano que tenía; diez kilómetros. Ahora queda la vuelta. Ya tuve
hambre, tuve sed, sentí el calor y el frío… todo un movimiento que sirve para recargar la
energía. Mañana el sol saldrá igual que siempre, me levante o no y para cuando
se asome, pienso estar de pie.
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