viernes, 27 de junio de 2014

La alianza en el anular...

Según una leyenda china, los pulgares representan a tus padres,  los índices a tus hermanos y amigos,  los dedos medios te representan a ti mismo y es por ello el significado del gesto fuck you.  El dedo anular (el 4to dedo) representa a tu pareja y el meñique a tus hijos. Ahora junta tus manos palma con palma y luego una sus dedos medios en forma que apunten a ti mismo (recuerda que esos dedos  nos representan a nosotros  mismos)
Ahora intenta separar de forma paralela los pulgares (padres) notaras que ellos se separan fácilmente porque tus padres no están destinados a vivir contigo hasta el día de tu muerte. Lamentablemente los perderemos antes de irnos y es la pérdida natural más lamentable. Une los dedos otra vez.
Ahora intenta separar de igual forma, tus dedos índices (hermanos y amigos) notaras que ellos también se separan porque ellos se alejan en algún momento  pues tienen destinos distintos a los tuyos, ellos formaran sus propias vidas (trabajo, tendrán hijos y sus nuevas ocupaciones luego de construir sus propias familias.
Ahora vamos de la misma forma con los dedos meñique (representan a tus hijos),  los dedos también se separan porque los hijos crecen y cuando lo hacen serán adultos y llegara el momento en que no dependerán de nosotros, ellos también continuaran sus propias vidas.

Finalmente, intenta separar los dedos anulares (cuarto dedo que representa a tu pareja), te sorprenderá al ver que no puedes  ¿se siente una sensación rara, verdad? Simplemente no puedes…  eso se debe a que un amor verdadero está destinado a estar a tu lado hasta el final de tu vida. El desafío esta en no tener miedo de amar y a encontrar la persona  correcta que desee acompañarte, a eso se debe a que la alianza se use en ese dedo… 

¿Por qué se grita?

Un día, un sabio preguntó a sus alumnos lo siguiente:
¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?
Los hombres lo pensaron unos momentos…
Porque perdemos la calma –dijo uno- por eso gritamos.
Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona esta a tu lado? – preguntó el sabio- ¿No es posible hablarle en voz baja?, Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?
Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro. Finalmente él explicó.
Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse.
Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.
Luego, el sabio preguntó: -¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran?,
y también el mismo respondió, -ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, ¿por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña –continuó diciendo el maestro- Cuando se enamoran más aún ¿Qué sucede?, No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca de su amor.
Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuan cerca están dos personas cuando se aman.


Cuando discutan, no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más; llegará un día en que la distancia será tanta que no encontrarán más el camino de regreso.

Citas citables...

El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero siempre será demasiado pequeño para la avaricia de algunos. (Ghandi)

Citas citables...

Cuando mucho es poco, más no es suficiente.

Citas citables...

No quiero aprender más nada. Me conformo con desaprender todo lo que me condiciona. (Marcela Groppa)

Citas citables...

No puedo confiar en nadie que se esta despidiendo desde que llega. (Marcela Groppa)

viernes, 13 de junio de 2014

¿Leíste...?

... "El árbol", "Soledad", "Los últimos deseos de A.Magno", "La leyenda de la mano izquierda" ? Viaja por el blog hacia atrás en el tiempo..., ¡pienso que te van a gustar !

Citas citables...

No es necesario decir lo que se piensa, lo que si es necesario es pensar lo que se dice. (W.Allen)

Citas citables...

Para ser un viejo sabio, primero hay que ser sabio.

Citas citables...

Me aparto de la gente que piensa que la insolencia es valentía y la ternura cobardía; y me aparto también de quienes creen que el parloteo es sabiduría y el silencio ignorancia. (Khalil Gibran)

Citas citables...

Inteligente es aquel que sabe dónde ir, pero más inteligente, es el que sabe dónde no tiene que volver.

lunes, 9 de junio de 2014

Un niño NO necesita un celular


Un niño necesita desarrollar la creatividad, no aprender  a digitar un celular

Un niño necesita aprender a dialogar cara a cara, no a enviar emoticones.

Un niño debe aprender a jugar en la naturaleza, no a convertirse en un robot pegado a una tecla.

Un niño necesita actividad física, no a estar sentado con el chat en la mano.

Un niño debe aprender a expresar emociones y a dialogar, no a enviar caritas tristes o alegres.

martes, 3 de junio de 2014

Paisajes

Este relato surgió como una improvisación, en vivo,  en mi programa de radio: “El cazador de historias” con una lista de palabras que me envió una oyente y que eran las siguientes:

                  "Mar, teléfono, vida, sol, luna, nubes, arena, estrellas, calor, frío".  
                

                                                 
Recorrí  varios cientos de kilómetros para verlo. Ahí está. Con la inmensidad que los caracteriza.  Dos paisajes que me conmueven; lejos a mi derecha, la altura de las montañas, un poco más cerca a mi izquierda, el océano. No sé por qué; dos paisajes tan diferentes y me emocionan por igual. Pero en esta ocasión,  el mar es lo que estaba necesitando. Caminar por la playa, a pesar del frio invernal,  levantar algunas piedras de pulido perfecto; creer que tal vez, el  agua arroje a mi paso un gigantesco caracol, digno de la envidia de todos los vendedores de recuerdos… necesitaba ver el horizonte. Me ayuda a abrir la mente. Lejos del teléfono, de la locura cotidiana, de la tecnología que me atraviesa todo el tiempo con sus invisibles señales… preciso pensar, en silencio, como  encontrar la manera de disfrutar de esta vida.
Allá, a diez kilómetros puedo distinguir un barco, puede que sea un pesquero; quinientos metros más, podría estar navegando el carguero más grande del mundo y ya no lo vería.
Caminar y caminar desde el momento más alto del sol hasta el más alto de la luna. Esperar que las nubes no me tapen uno ni la otra; dejar huellas bien marcadas en la arena mojada, y en la seca, y pasar horas después para buscarlas… por aquí pasé yo, diría con un gesto payasesco. Trataría de ir en el camino opuesto  a las luces. Las estrellas se ven mucho más. Pareciera que el cielo es otro, pero es el mismo que tengo encima todos los días. Algo diferente tengo que hacer para verlo distinto, porque lo verdaderamente nuevo, nunca esta allá, en alguna parte; está acá, en mi universo interno.
Horas de caminata silenciosa para llegar al punto  más lejano que tenía; diez kilómetros. Ahora queda la vuelta. Ya tuve hambre, tuve sed, sentí el calor y el frío… todo un movimiento que sirve para recargar la energía. Mañana el sol saldrá igual que siempre, me levante o no y para cuando se asome, pienso estar de pie.

A la calle

Este relato surgió como una improvisación, en vivo,  en mi programa de radio: “El cazador de historias” con una lista de palabras que me envió una oyente y que eran las siguientes:

   “Perder, ganar, jugar, sonreír, llorar, sentir, ver, luchar, animarse, paz”
   
                                                 
El pobre perro tenía todas las de perder. El viento soplaba  y la bolsita de nylon cada vez  volaba más alto. No importaba  cuanto saltara y menos aún todo lo que ladrara, no lograría ganar a la picara brisa que se llevaba el objeto de su cacería en un viaje que parecía no tener fin, una bolsa de plástico de un mercado. No podía dejar de mirarlo. Se agachaba, movía la cola, altas las orejas, la lengua afuera y ladrido y ladrido y ladrido… Sólo se trata de jugar y divertirse. Por un momento, me pareció, que lo vi sonreír ! Si se lo digo a alguien me van a tratar de loco, o estúpido; todos saben que los animales no tienen este tipo de gestos ni ningún otro como llorar. Pero era su actitud lo que reflejaba ese gesto.  Una mañana soleada, una correa que se corto, un alambrado roto y… a la calle. ¿Que podía sentir sino felicidad ? Hay que ver a un perrito luchar contra el viento por una bolsa y habría que animarse a imitarlo. Esta libre, feliz, despreocupado y en paz. ¿Y la bolsita?, es lo que menos importa.

Nadie sabe

Este monólogo surgió como una improvisación, en vivo,  en mi programa de radio: “El cazador de historias” con una lista de palabras que me envió una oyente y que eran las siguientes:

  “Yo, tu, el, nosotros, vosotros, ellos, no, si, duda, seguridad”

                                           
Nadie sabía que era lo mejor, pero todos creían tener la mejor respuesta, o la respuesta más adecuada; YO no estaba tan confiado en mi conocimiento y menos, en el que supuestamente tenían los demás, en tanto TU podías exprimir tu intuición y llegar a conclusiones que EL jamás  llegaría a entender.  Mientras  NOSOTROS nos quedamos clavados en la convicción de poder dislocar el pensamiento común,  y hacerlos entender la realidad de la irrealidad, de lo ficticio y de las utopías, VOSOTROS navegaran las turbias aguas de lo aprendido en base a las experiencias ajenas; sin tener noción en la mente propia de lo que es el dolor, la angustia, el miedo, la incomprensión, la soledad… de ELLOS. NO, nadie sabe lo que sabe, cuanto sabe, pero SI pueden llegar a imaginar lo que les cuesta todo aquello que no están capacitados para comprender. No se puede hallar respuestas si no se aprende a encontrar las preguntas, y esto ocurre porque nuestra ignorancia es extrema; no importa nuestro avance tecnológico. Algún día sabremos todas las respuestas correctas,  pero eso será algún día; fecha desconocida, incierta y lejana, muy lejana, sin la menor DUDA; pero por ahora, sólo podemos tratar de entender que estamos en un camino de ida hacia la comprensión de lo que es el todo, aunque con toda SEGURIDAD nuestro paso es, necesariamente, mucho más  lento que lo que nuestra ansiedad exige.
                                                                                                                Rubén Chamorro 2013

lunes, 2 de junio de 2014

De padres a hijos

Te di la vida, pero no puedo vivírla por ti.
Puedo  enseñarte muchas cosas pero no puedo obligarte a aprender.
Puedo dirigirte, pero no puedo responsabilizarme por lo que haces.
Puedo llevarte a la iglesia, pero no puedo obligarte a creer.
Puedo instruirte en lo malo y lo bueno, pero no puedo decidir por ti.
Puedo darte amor, pero no puedo obligarte a aceptarlo.
Puedo enseñarte a compartir, pero no puedo forzarte a hacerlo.
Puedo hablarte del respeto, pero no puedo evitar que seas irrespetuoso.
Puedo aconsejarte sobre las buenas amistades, pero no puedo escogerlas por vos.
Puedo decirte que el licor es peligroso, pero no puedo decir “no” por ti.
Puedo exhortarte acerca de la bondad, pero no puedo obligarte a ser bondadoso.
Puedo explicarte como vivir, pero no puedo vivir por ti.
Hay un período cuando los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos. Es que los niños crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes. Crecen de repente. Un día se sientan cerca de ti y con una naturalidad increíble te dicen cualquier cosa que te indica que esa criatura de pañales, ya creció.
¿Cuándo creció que no lo percibiste?, ¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, el juego en la arena, los cumpleaños con payasos?
El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.
Ahora estás allí, en la puerta de la discoteca esperando no sólo que no crezcan, sino que aparezcan… Allí están muchos padres al volante esperando que salgan zumbando sobre patines, con sus cabellos largos y sueltos.
Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas. Con el uniforme de su generación y sus incómodas y pesadas mochilas en los hombros. Acá estamos nosotros, con los cabellos canosos.
Y esos son nuestros hijos, los que amamos a pesar de los golpes de los vientos, de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y la dictadura de las horas.
Ellos crecieron amaestrados, observando y aprendiendo con nuestros errores y nuestros aciertos. Principalmente con los errores que esperamos no se repiten.
Hay un período en que los padres vamos quedando huérfanos de los hijos… ya no los buscaremos más en las puertas de las discotecas y del cine.
Pasó el tiempo del piano, el fútbol, el ballet, la natación… Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas. Deberíamos haber ido más, junto a su cama al anochecer, para oír su alma respirando conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia, y a los adolescentes cubrecamas de aquellas piezas con calcomanías, afiches, agendas coloridas y discos ensordecedores. Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto. Al principio fueron al campo, la playa, navidades, pascuas, piscinas y amigos.
Sí, había peleas en el auto por la ventana, los pedidos de chicles, la música de moda. Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, no podían dejar a sus amigos y a sus primeros amores.
Quedamos los padres exiliados de los hijos. Teníamos la soledad que, ya sabíamos, en algún momento llegaría.
Y nos llegó el momento en que sólo miramos de lejos, deseando que escojan bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo menos complejo posible.
El secreto es esperar… En cualquier momento nos darán nietos. El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios hijos. Por eso los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño. Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto. Por eso, es necesario hacer algunas cosas adicionales, antes de que nuestros hijos crezcan.
Así es. Los seres humanos sólo aprendemos a ser hijos después de ser padres, sólo aprendemos a ser padres después de ser abuelos…

En fin, pareciera que sólo aprendemos a vivir después de que la vida se nos va pasando.