Seguramente recordás estas películas, son un poquito viejas, pero en su momento fueron lo más de lo más ! Con ellas se me ocurrió escribir una historia, pero primero te muestro la lista de los títulos.
Lo que el viento se llevó, Titanic, Jurasik Park, Mujer Bonita, El señor de los anillos, el padrino, el último tango en París, La era de hielo, Termineitor, Duro de matar, Rápido y furioso.
Y dice la historia...
Mucha agua corrió bajo el puente, agua que se llevó muchas cosas, cosas que tal vez nadie las encuentre nunca, o si... pero lo que se va en la correntada siempre es algo material. Hay cosas que se van y nadie sabe dónde. Nadie sabe si se pierden definitivamente o si quedan flotando hasta encontrar su destino. Las palabras dichas en soledad son lo que el viento se llevo a horizontes inimaginables, y las dichas en la multitud se hunden como el Titanic en el mar de gente que corre y corre y no sabe como detenerse, mientras no dejan de escribir en sus celulares, como si el aparato fuese una fuente de vida.
Sumergido entre tantas soledades compartidas, en esta cálida noche , me detengo en la gran plaza del pueblo; me siento como en un Parque Jurásiko escuchando, con especial atención, la música de mil insectos y cientos de pájaros que terminan sus charlas antes de irse a dormir, o de empezar a trabajar. Sentado en la raíz del árbol más viejo y más grande, tengo la mejor ubicación. Puedo ver la calle principal con sus luces amarillentas, la panadería cerrada que a mitad de la madrugada encenderá sus luces para preparar el pan del nuevo día. Puedo ver el bar con sus mesitas afuera y al mozo con el codo clavado en la barra del bar, esperando la hora de cierre que ya está por llegar. Veo la señora sentada junto a la ventana buscando algo en su cartera y un tipo corpulento, en la otra mesa, tirando humo con displicencia. Una mujer bonita se contonea lentamente a paso relajado por la vereda. El hombre, el señor de los anillos grandes en las dos manos, deja el cigarrillo y hace crujir sus cervicales para mirarla. No hace ningún gesto. Sólo disfruta verla pasar. Podría ser su padre, o al menos el padrino, pero no hace ni dice nada. Mira la hora mientras se puede escuchar, muy bajito, el último tango en la radio, que no es el último tango en París, es sólo el último que quiere escuchar el cuerpo cansado del dueño del boliche.
El invierno ya se fue, pero todavía sigue haciendo frío, sigo aquí sentado, quieto; en un rato me voy a sentir como en la era de hielo pero estoy tan cómodo en este lugar... Me siento fuerte como termineitor y no pienso permitir que la temperatura ambiental me moleste. Estoy tan tranquilo, disfrutando tanto este momento, esta serenidad, este instante de la vida, que será un minuto muy
duro de matar. Va a durar mucho tiempo en mi memoria, porque pocas veces me siento tan bien, particularmente en un mundo que gira Rápido y furioso, y del que, sólo por hoy, logre escapar.